Dios bendiga el sexo
(no en lo abstracto: me refiero a nosotros, claro).
Bendiga siempre la gota de sudor
de tu frente a mi cuello,
y la tensión de tu espalda,
tu fuerza y mi resistencia;
Dios bendiga la noche y la mañana,
voz y silencio,
la espera y la caída.
Dios bendiga oscuridad y luz,
mi piel en tus manos,
tu abismo en mí,
y no saque jamás de mi memoria
el momento en que te vi.
sábado, 14 de junio de 2008
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4 comentarios:
Caray, caray, noto ahora que llevo ya tres posts sin pasar por aquí (me malacostumbraste, depto., a la publicación esporádica...). ASí que bueno, mando electrónicas felicidades por el cumpleaños pasado y por estos lúcidos y memorables versos.
Uh, merci beaucoup!
Celebro que san Eros mantenga activa tu pluma y alegre tu corazón. ¡Auguri, amica! Me encanta esa imagen: la gota de masculino sudor cayendo sobre un cuello femenino... aunque desentona un poco (por prosaico) el verso que pusiste entre paréntesis, creo yo.
Por otro lado, agradezco tu no-comentario a mi último post, el cual me ha mantenido piense y piense: aunado al unánime silencio con que fue recibido ese relato, quisiera saber (malsana curiosidad) en qué demonios falló.
Gracias, Gonzo, por los comentarios. La precisión (no me interesa la bendición sobre la capacidad humana de reprducirse, sino algo más particular y muy egoísta) me pareció necesaria, aunque habrá que revisarla y afinarla.
Tu relato no me parece fallido, por el contrario, me parece tan redondo y completo, que es difícil agregarle. Me gusta, y por lo mismo de redondo, no tiene aristas por donde entrometerse.
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