miércoles, 30 de enero de 2008

Chale 2.0

Cuando uno se da un golpe contra un vidrio, lo peor no es el golpe en sí, sino la humillación pública (aunque a veces también privada) de no haberlo visto venir. Aunque pensándolo bien, el vidrio ya estaba ahí.
Cuando el vidrio es metafórico, el golpe, también metafórico, es recibido directamente en el ego que tan sensible y frágil tiende a ser, y el magullón, a veces sanguinolento, tarda mucho en curar. 
Pero hoy alguien me dijo algo que quiero conservar en la cabeza, aunque sea para repetirlo tantas veces, que acabe por creérmela:

"Sueña... Todos los sueños permanecen, se disuelven holográficamente en la totalidad de lo que llamas tú."

Y para cerrar musicalmente, uno de mis guanjitguonders contemporáneos favoritos, principalmente porque plantea una pregunta de dificilísima solución: will I ever learn?





martes, 15 de enero de 2008

La reflexión del día.

Any moron can be polite; only a precious few can be brilliant.

sábado, 12 de enero de 2008

Mi amigo Juan

Nunca lo he visto, y no sé si lo veré algún día. Pero Juanito sabe más de mí que muchas personas. Sabe las cosas que me dan miedo, y que a otros no he podido ni querido contarles. Sabe secretos que yo misma olvido a veces. Sabe que me gusta escribir poesía y sabe que pienso que me he estado haciendo tonta ocupando mi tiempo en posgrados que no cambian quien soy. Ni lo que quiero. Él no posterga el choque con la realidad, se le pone en el camino para que le pase encima, y luego se levanta y le vuelve a salir al paso.

Mi amigo Juan escribe. Y lo hace en serio, y con dedicación, sin esperar a las tontas musas a que se asomen desnudas a su ventana. Escribe, escribe en las madrugadas, en las tardes, en las noches. Escribe cosas como "el sol que jode a través de las persianas", y me recuerda a Bukowski sentado en la noche, escribiendo que los días se escapan como caballos corriendo por las colinas.Y no tiene miedo de que lean lo que escribe, finalmente le vale madre: lo escrito no se lo quita nadie. Claro, se dio cuenta antes que yo de que no hay que planearlo, hay que hacerlo.

Fue a París y chocó su coche. Yo nunca he salido del país. Toma vino cuando quiere, cuanto quiere. Yo me debo una buena borrachera a mí misma desde hace mucho. Él no espera una razón para festejar y beber. Bebe y ya, precisamente porque no hay razón. 

Mi amigo Juan hace lo que yo creo que me aterra más que otras cosas: vivir como quiere. A mí me queda un pequeño hueco por donde se filtra la duda, en los cimientos de mi certeza.  Yo a veces creo que él ya no se pregunta. Cuando le pregunté retóricamente porqué no puedo simplemente hacerme tontita y ser feliz, o por, lo menos pretender, me contestó simplemente que no soy tonta. Hoy no estoy tan segura.

Escribió sobre mí. Y no tengo forma de decirle que se equivoca, porque de hecho está en lo correcto, tiene toda la razón.  Quizá por eso, pensar en él me deja esta sensación de semiamargura: en algún rincón de él, tiene todos los elementos para, un día de estos, poner en orden las piezas de la "parte mía que no", mientras yo trato todos los días de hacer más pulida y verdadera la superficie de la "parte mía que sí".